A continuación, podéis encontrar un artículo escrito por Ángel Galán, Presidente del Instituto de Probática e Investigación Criminal, Comisario Principal Emérito del CNP y especialista en investigación, que ha sido publicado en ConfiLegal.
La investigación criminal, en contra de lo que piensan muchas personas, no trata de buscar a un autor, si no de saber la realidad de lo ocurrido en un acto criminal, que es muy diferente.
Lógicamente la investigación de una desaparición busca encontrar a la persona desaparecida y saber que ocurrió y por qué.
En algunos casos, por fortuna pocos, la desaparición se debe a un acto criminal, y estas son las que denominamos desapariciones inquietantes.
Al conocer lo ocurrido, en las desapariciones inquietantes, es más fácil poner características al posible autor, esto es, a conocer su perfil. Ese perfil es el que nos descarta a un número elevado de personas. Porque nos dará un entorno, un género, una altura, un conocimiento, una oportunidad e incluso un posible motivo. Pero debe tenerse en cuenta que no nos dará un nombre, tan solo un perfil que engloba a multitud de personas, pero descarta a muchas más.
Hay investigadores que comienzan apostando por un autor inicialmente. El poner un autor al iniciar la investigación, facilita la labor, al solo tener que buscar pruebas contra una persona en concreto, pero existen muchas posibilidades de forzarlas, con el consiguiente problema de detener a alguien injustamente y dejar sin resolver el suceso criminal, por los continuos sesgos que se cometen. Existe bastantes ejemplos de ello por desgracia.
Si esto es así en general, en el caso de desaparecidos, con mucha más razón, ya que en las desapariciones no tenemos ningún tipo de escena, ni inicialmente el más mínimo rastro.
Es por ello que el buen investigador, se pone como meta el esclarecer el suceso y ello le llevará, con seguridad, al posible autor, si es que lo hubiere.
De las denuncias por desaparición, aproximadamente unas 20.000 al año, un porcentaje insignificante son desapariciones inquietantes. Aproximadamente el 1% o menos formaría parte de ese segmento. Esto es, el 99% aproximadamente de las denuncias por desaparición, no solo no son delito, si no que ni siquiera son falta administrativa. Eso sí, crean en su entorno y en la sociedad en general un inmenso desasosiego y una gran inseguridad subjetiva
En las desapariciones que denominamos inquietantes y que pensamos por tanto que son delictivas, ese 1% aproximadamente, nos encontramos con serios problemas para su investigación y para que finalmente se haga justicia.
Al no tener el convencimiento de que es un delito, los jueces son poco partidarios de retirar derechos fundamentales de otros ciudadanos, lo que complica más todavía la investigación, ya que a los pocos o nulos indicios que existen, se añade la poca ayuda que se puede recibir en ese orden jurídico.
Actualmente ese porcentaje ha acumulado en España, cerca de 7.000 desaparecidos que reconoce el ministerio del Interior a través de su Centro Nacional de Desaparecidos. Es muy curioso que de esa cifra cite una pequeña cantidad como desapariciones de alto riesgo. Nunca me atrevería a decir a una familia que mantiene a uno de sus miembros desaparecido, que no se preocupen ya que su familiar no es de alto riesgo, Supongo que habrá unos especialistas muy expertos en la investigación de ese tipo de casos para atreverse a decir tal cosa y esto me recuerda que en la investigación de desaparecidos existen muy pocos expertos en nuestro país.
La razón de esa falta de expertos es bastante sencilla, no se prepara en ese tipo de investigación tan compleja y específica en ningún Cuerpo de Seguridad por una parte, y por otra ya no existe en España, ningún cuerpo de investigación, como lo fue en su tiempo el Cuerpo General de Policía. En la actualidad existen cuatro cuerpos de seguridad, dos estatales y dos autonómicos, pero los cuatro son de seguridad y la investigación es una de sus múltiples facetas.
La realidad es mucho más compleja de lo que los políticos nos manifiestan, pero toda realidad es abordable y en todos los casos se pueden encontrar soluciones.
No existen en esos casos inquietantes, ninguna prueba directa. En las desapariciones en general, no existe escena del suceso, ni cuerpo, ni arma, ni testigo, ni nada de nada en un primer momento. Es por ello que a esa escena la denominamos escena fantasma.
La cifras de desapariciones entre 2000 y 2005 por segmentos de sexo y edad, arrojaban la siguiente estadística: el 60.78% eran hombres, frente al 39.22% de mujeres. De los españoles el 58,31% eran hombres y el 41,69% mujeres.
Por segmento de edad, tendríamos el 60,23% menores de 18 años, el 36% de entre 18 y 65 años y el 3,77% de mayores de 65 años. Seguramente las cifras pueden haber variado pasados algo más de diez años, pero no creo que sustancialmente, aunque sí habrán aumentado con relación al 2000. También debemos tener en cuenta que aquí no están las cifras de Guardia Civil, ni de las policías autonómicas.
Si pusiéramos solamente ese 1% de desapariciones inquietantes, los resultados variarían ostensiblemente. Habrá más mujeres que hombres, se igualarán mucho las cifras de menores de 18 años y de entre 18 y 65, disminuirán las de mayores de 65 años. Les dejo que piensen cuales pueden ser las razones de dicha variación.
El cómo debe hacerse frente a una investigación de este tipo, lo dejaremos para otra ocasión.
Ángel Galán: presidente del Instituto de Probática e Investigación Criminal y comisario principal emérito del CNP, especialista en investigación de desaparecidos.
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